Tras la higiene
del cabello deberemos aplicar siempre un producto específico para acondicionar
el cabello. Para ello utilizaremos los acondicionadores. Estos cosméticos
compensan la secresión insuficiente o el equilibrio, mejorando el estado de las
fibras capilares, hidratándolas y aportando flexibilidad y brillo, además de
facilitar el desenredado.
La elección de un
tipo de acondicionador u otro ira en función de las características del cabello
y de lo que se hará posteriormente con él.
Los
acondicionadores más utilizados son:
Acondicionadores
de uso común:
Aportan suavidad
y brillo. Hidratan el cabello facilitando su manipulación y mejorando su
aspecto. Se aplican después del lavado y se enjuagan.
Mascarillas o
acondicionadores profundos:
Tiene un poder de
tratamiento más profundo y reparados. Penetra en el cabello hasta el cortex por
lo que necesita un tiempo de exposición más largo que un acondicionador de uso
común. Aplicando calor húmedo o seco aumenta el efecto.
Ampollas de
tratamiento:
Son tratamiento
más intensivos que el acondicionador y la mascarilla. Se trata de ampollas de
última generación con una gran concentración de principios activos, y que se
presentan en forma de soluciones acuosas o emulsiones. Se aplica mediante
pulverizadores en el cabello limpio y húmedo. El tiempo de exposición es
similar al de la mascarilla, y se debe enjuagar con abundante agua tibia.
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